Compañeras, Compañeros, amigos,
amigas, vecinos, vecinas, autoridades que hoy nos acompañan
El 8 de marzo no es una
fecha más que nos convoca, hoy nos reunimos para conmemorar, festejar y
homenajear el día internacional de la mujer. Para iniciar creemos necesario recordar las luchas que comenzaron en marzo de
1857, cuando cientos de obreras textiles de nueva York, protagonizaron una de
las primeras manifestaciones callejeras femeninas, exigiendo una jornada de
trabajo más humana y reclamando su derecho a votar.
Pero tampoco debemos
olvidar la triste historia del 25 de marzo de 1908, cuando 129 obreras de la
industria COTTON de Nueva York, en su mayoría
jóvenes mujeres inmigrantes de Europa del Este e Italia de entre catorce y veintitrés años de edad, perecieron
en un incendio cuando se tomaron la fabrica para exigir mejores salarios y
protestar por las insalubres y peligrosas condiciones de trabajo. La tragedia
se debió a que fue imposible salir del edificio en llamas, ya que los
responsables de la fábrica habían cerrado todas las salidas, una práctica común
para evitar y reprimir los movimientos obreros. Este trágico hecho motivó a
miles de mujeres para salir a la calle, movilizaciones que duraron más de 13
semanas.
El 8 de Marzo de 1917,
las obreras de Petrogrado, en las postrimerías de la Rusia Zarista, habían
organizado una multitudinaria manifestación frente al parlamento provisional.
Manifestación que fue considerada como el primer día de la revolución
triunfante.
En tanto, en 1945
Gabriela Mistral – quien no ejercía derechos políticos, fue la primera mujer
chilena y latinoamericana en recibir el Premio Nobel de Literatura. Hasta esa
época, en Chile, la mujer era una persona de segunda categoría, discriminada en
el ejercicio de sus derechos cívicos y marginada por un sistema conservador y
oscurantista. Reducida a los trabajos domésticos, aún retumban en nuestros
oídos, expresiones como “detrás de cada gran hombre hay una gran mujer”, que ironía.
La lucha de las mujeres
ha sido larga, forzosa y no ha terminado
hasta el día de hoy. Ya en la Colonia, existieron mujeres como Cornelia
Olivares, quien incitaba a los chilenos a luchar contra el dominio español, o las
maestras Antonia Tarragó e Isabel Le Brun que abrieron en Copiapó el primer
Liceo de Niñas en 1877 e impulsaron el histórico Decreto Amunátegui, que
abriría las puertas de la Universidad de Chile a las estudiantes.
En 1910 Clara Zetkin,
dirigenta del Movimiento Obrero alemán y luchadora por los de derechos de las
mujeres, propuso en la segunda Conferencia Internacional de Mujeres
Socialistas, en Copenhague, celebrar anualmente un día internacional dedicado a
la mujer. En 1921, se fija como fecha el 8 de Marzo.
La iniciativa de Clara
Zetkin, fue paulatinamente asumida por
millones de mujeres en todos los rincones de la tierra y en el año 1950 fue
declarado oficialmente DIA
INTERNACIONAL DE LA MUJER, por las
Naciones Unidas.
En nuestro país, un gran
hito en esta lucha, lo constituyó la fundación en 1935 del Movimiento de
Emancipación de la Mujer Chilena, el MEMCH, liderado por Elena Caffarena que
buscaba avanzar en la igualdad ante la ley de las mujeres sin importar su
condición social, intelectual o ideológica.
En Chile comenzamos a
conmemorar el 8 de Marzo en 1936 por iniciativa del MEMCH y desde entonces
continúa celebrándose año a año, impulsado por las más variadas
organizaciones de mujeres.
El derecho a voto en las
elecciones municipales lo pudimos ejercer sólo en 1931, durante el gobierno de
Carlos Ibáñez del Campo, lo que no fue aplicado ya que durante su período no se
realizaron elecciones. En 1934 se convirtió en la ley 5.357, la que rigió por
primera vez en las elecciones municipales de abril de 1935.
Gracias al trabajo del
MEMCH, la representación parlamentaria de la Democracia Unificada presentó una
moción ante la Cámara de Diputados en junio de 1937, en la que se declaraba la
“absoluta igualdad de los sexos para el ejercicio de todos los derechos
políticos y administrativos”, aspiraciones que tuvieron eco durante el gobierno
de Pedro Aguirre Cerda, quien el 8 de enero de 1941 envió un mensaje donde
aclaraba que la expresión de “chilenos” comprendía “sin lugar a dudas a los
individuos de ambos sexos”, lo que sin embargo, no se veía reflejado en la vida
cotidiana.
En 1945 se presentó un
nuevo proyecto para otorgar el derecho político a las mujeres, que tras un largo
debate, fue aprobado en el Senado y el 8 de enero de 1949, el Presidente de la
República firmó la Ley 9.292 que comenzó a regir ese año.
Es así que en las
elecciones del año 1950, la ex intendenta de Concepción Inés Enríquez Froden
fue la primera mujer en Chile elegida como diputada en la historia republicana,
y recién, desde el año 1952, las chilenas votamos en las elecciones
presidenciales.
El golpe de estado de
1973, nos hizo retroceder. El 8 de marzo cobró una importancia extraordinaria. Ya en 1974,
cuando las organizaciones sociales y los partidos políticos eran proscritos,
perseguidos y descabezados, en distintos puntos del país, en las cárceles y en
la Isla Dawson se hicieron ese día, emocionantes ceremonias en homenaje a la
mujer.
Las trabajadoras fueron
las que en esos primeros años tomaron con más fuerza el desafío de sacar
adelante el 8 de Marzo, como una fecha de lucha por recuperar nuestros derechos
perdidos y denunciar los atropellos contra nuestro pueblo.
En 1976, las trabajadoras
de casas particulares, con el apoyo de diversas organizaciones realizaron en el teatro Don Bosco el primer acto público
del 8 de
marzo. Al año siguiente, fueron las mujeres pensionadas las que
convocaron a un acto similar
En 1978 se coordinaron
departamentos femeninos de federaciones y confederaciones, organizaciones de
mujeres, profesoras, artistas,
profesionales y pobladoras para convocar en forma unitaria al Caupolicán, donde
a teatro lleno se conmemoró nuestro día.
Cada año se fue
ampliando nuestra convocatoria. Cada año fueron más las mujeres que salieron a las calle a demandar sus
derechos, los de sus compañeros, los de su país. En 1989, aún en dictadura, fuimos
capaces de juntarnos 25.000 mujeres en el Estadio Santa Laura. A pesar de
nuestras diferencias ideológicas y sociales, las mujeres chilenas,
trabajadoras, dueñas de casa, campesinas, profesionales, las organizadas y las que
no, nos reunimos en amplios comités
preparatorios y desafiando el miedo, salimos a luchar por la vida, por la democracia, por nuestros
derechos como mujeres y por el futuro.
Sin embargo, aún tenemos
deudas que debemos saldar para construir una sociedad más “igualitaria”, hay
una en la que todos y todas debemos contribuir para terminar. Aún en los
espacios más progresistas, todavía existe una imagen masculina de lo que fue la
resistencia a la dictadura, y es una crítica sobre todo a la izquierda chilena.
Si recorremos los testimonios de aquellos años, en general, la dirigencia, los
que estaban presos en los distintos campos de concentración y cuarteles
clandestinos, eran personas jóvenes, muchos eran hombres, sin embargo, hay
muchísimas mujeres que fueron presas
políticas y pasaron por los camarines del Estadio Nacional, por Villa Grimaldi,
José Domingo Cañas, por la Vendy Sexy, por la cárcel de San Miguel, por los
lugares de detención del Comando Conjunto en Cerrillos. Esa historia, de las mujeres, no está presente y la imagen que
existe en general, y que se ha transmitido de forma involuntaria - pero que algo debe tener de patriarcal - es
una imagen de resistencia masculina.
Sí existe la imagen de
las mujeres a partir de las agrupaciones de Derechos Humanos, de las familiares
de Detenidos Desaparecidos y Ejecutados Políticos que salieron a la calle,
precisamente en esa época, en el año 75 y 76, a reclamar por la vida de sus
compañeros. Sin embargo, la imagen de las presas políticas ha quedado en un espacio
secundario. Por ejemplo, si pensamos en los memoriales, a propósito de la
transmisión simbólica de la memoria, recordamos el memorial de los Ejecutados
Políticos y de los Detenidos Desaparecidos que está en el cementerio general,
el memorial de las Tres sillas en Quilicura, el de Paine,
el único memorial que hay para las mujeres sobrevivientes de la prisión
política, las Ejecutadas Políticas y Detenidas Desaparecidas, es el que está en
la estación Los Héroes del Metro, en un patio del bandejón central. Es un
memorial que fue hecho con un vidrio transparente, muy hermoso, sin embargo,
hoy está convertido en un espacio para grafiteros, sucio y degradado, porque hubo
resistencia en la época en que se inauguró, para ponerlo en el paseo Bulnes que
es donde debió haber estado, en un lugar transitado, en un lugar visible, en un
lugar significativo; de modo que no es un lugar donde vayamos en las distintas
fechas de la memoria. Nosotras preguntamos ¿cuándo vamos a ese memorial de las
mujeres? La respuesta es que nunca o casi nunca!!! Y eso, de alguna manera, nos habla que hacer
el ejercicio de sacar la voz de la resistencia, de la prisión política, de la
cultura de las mujeres es una deuda pendiente y una deuda pendiente no
solamente del Estado, sino de todos y todas…
Las
mujeres estuvimos presentes en la lucha contra la dictadura, y en esa lucha
muchas vivieron la experiencia más atroz que existe en la práctica genocida, la
más cruel, la más extrema, hablamos del abuso sexual y la violación, prácticas
más comunes de lo que quisiéramos creer y que hasta hoy y a pesar de las
recomendaciones internacionales, en nuestro país, al igual que la tortura, no
está tipificada como delito. Es otra lucha que hay que dar, dolorosa pero necesaria.
Y en
este presente, es verdad que las mujeres ocupamos cargos importantes dentro de
nuestra sociedad como la Presidencia de
la República, y del Senado, de la CUT, del Colegio de Periodistas y de la FECH,
pero la lucha no ha terminado; la violencia de género cobra centenares de
víctimas cada año, en nuestro país una de cada tres mujeres ha vivido violencia
física, sexual o psicológica por parte
de sus parejas o ex parejas; en el 2014 hubo 40 femicios y hasta febrero de
este años eran 8; el aborto sigue siendo penalizado por los tribunales de
justicia, y la voz de muchas es acallada, los prejuicios son mucho más
limitantes que algunas discapacidades físicas o psicológicas que podemos
enfrentar; las mujeres aún ocupamos pocos espacios en los cargos políticos y nuestras
remuneraciones son más bajas que las de los hombres.
Hace
unas semanas fuimos testigos de las declaraciones del diputado Pablo Lorenzini
sobre sus aprensiones a propósito de la despenalización del aborto en caso de
violación. En ellas, el diputado manifestó sus dudas sobre cómo podríamos saber
cuándo estamos en presencia de un caso de violación y cuándo podemos estar
siendo engañados y engañadas por falsas denuncias.
Estas
declaraciones no pueden dejarnos en silencio. Ha sido un duro acto de violencia
hacia las mujeres y niñas violentadas sexualmente a diario en nuestro país, así
como para la gran mayoría de chilenos y chilenas. Por este tema y muchos otros
pendientes les decimos que:
AÚN
TENEMOS MUCHO CAMINO QUE RECORRER PARA ALCANZAR UNA SOCIEDAD MÁS JUSTA E
IGUALITARIA….